Otra vez el fantasma en la máquina
El joven director taiwanés, Cheng Wei-hao, con una ya más que acreditada carrera como cineasta en Asia, nos trajo en 2021 un nuevo thriller, The Soul (Ji hun 緝魂).
Iker Izquierdo
Taipéi, 12 de junio de 2021
La película está basada en la novela del chino Bo Jiang y ha recibido una muy buena acogida entre crítica y público. Protagonizada por un elenco taiwanés y de China continental, con estrellas consagradas como Chang Chen, veteranos como Christopher Li y valores en alza como Janine Chang o la actriz de Jilin, Sun Anke, es muy difícil de clasificar en un género porque abarca varios, en una mixtura muy eficaz que cambia a lo largo del metraje.
El film arranca con el descubrimiento del cadáver de Wang Shih-tsung, un gran empresario de la biotecnología que sufre una enfermedad terrible, pero que ha sido asesinado con un objeto extraño durante lo que parecía un ritual mágico. Los tonos fríos y oscuros del celuloide sugieren en todo momento una sensación de película de suspense, incluso con incursiones en el terror sobrenatural. Pero pronto la historia entra en una región de trama detectivesca cuando los agentes encargados del caso Liang Wen-chao (Chang Chen) y Ah-bao (Janine Chang), un matrimonio que acaba de tener una hija y cuyo padre ha sido diagnosticado con un cáncer, empieza a descubrir el oscuro pasado familiar del empresario.
Se podría decir que toda la película gira en torno a tres ejes filosóficos: el eje ética-moral, el eje amor-vida pública y el eje mente-cuerpo.
Así, una trama policial se enreda con el drama familiar, ético y moral, de los detectives protagonistas. No obstante, a medida que avanza el metraje, ciertas pistas de caracter tecnológico nos dan a entender que no estamos en el presente sino en un futuro cercano. Más tarde se hace saber al espectador que la película transcurre en Taipéi en el año 2032. Si este toque futurista introduce tímidamente a la película en un escenario de ciencia-ficción, los detalles de la investigación del crimen mezclados con los deseos de curar a Liang Wen-chao, llevan a la detective Ah-Bao a descubrir que Wang Shih-tsung, junto a su colega Wan Yu-fan, habrían conseguido construir una tecnología para transferir el alma de las personas a otro cuerpo.
A partir de aquí, la trama de la película empieza a complicarse severamente, sin perder nunca la claridad para el espectador -fruto de un guión excelente-, y que no desvelaremos para no reventar el final al incauto lector. Se podría decir que toda la película gira en torno a tres ejes filosóficos: el eje ética-moral, con la contradicción entre el código deontológico policial y la generosidad para la salvación de una vida; el eje amor-vida pública, con la contradicción entre el amor privado de dos personas y la necesidad de su ocultamiento para el éxito social y empresarial, con consencuencias nefastas para otras personas; y finalmente el eje mente-cuerpo.
Ninguno de estos ejes ni su tratamiento es nuevo en el cine o la literatura, aunque la mezcla es muy eficaz, y desde mi punto vista, la fuerza de los dos primeros problemas filosóficos termina por vencer o sobreponerse al último, que es el más flojo. De alguna manera, estamos, una vez más, ante el problema del "fantasma en la máquina", sintagma utilizado por el inglés Gilbert Ryle para referirse a la idea cartesiana de separación alma-cuerpo, y que ha atravesado toda la metafísica occidental, con la literatura y el cine explotándolo sin piedad, aunque filosóficamente pocos defiendan el dualismo radical cartesiano. Ejemplos de este tratamiento en la cultura popular moderna lo tenemos en el manga Ghost in the Shell, la saga Matrix, Fantasmas de Marte (con espíritus de nativos marcianos metiéndose en cuerpos humanos) o muy recientemente, Este cuerpo me sienta de muerte. Si te has leído, pongamos por caso, El mito del alma de Gonzalo Puente Ojea, o La tabla rasa, de Steven Pinker, y eres materialista, pues te resultará difícil aceptar estos planteamientos. Más bien, los aceptarás mientras dure la película para que, simplemente, no se te caiga al suelo. Una vez aceptada o, habiéndose centrado el espectador en los conflictos morales y éticos de los protagonistas, The Soul avanza firme hacia un final ejecutado de forma brillante. Aunque por supuesto, siempre habrá espectadores a los que no gustará.
Decide por ti mismo, caro lector.
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